Acompañando las habilidades previas a los aprendizajes de la Educación Primaria

 

Como la semilla que rompe para crecer y que dentro de sí ya contiene ese árbol que ha de madurar, el niño mediante el juego, el movimiento espontáneo, la expresión, la interacción con su familia, amigos, escuela, entorno, empieza a asentar y madurar las bases sobre las que se consolidarán los aprendizajes formales pertenecientes al ámbito cognitivo.

Entre los 6 y los 7 años, coincidiendo con la entrada a la primaria los niños y niñas se introducen en un mundo escolar que empieza a acompañar los procesos de aprendizaje más formal a través de la lectura, la escritura, el aprendizaje lógico-matemático entre otras asignaturas en un recorrido que irá desde lo más concreto hacia el futuro pensamiento abstracto que llegará unos años más tarde.

¿Pero qué sucede antes de estas edades? ¿Cómo acompañar estas habilidades previas que serán las bases para futuros aprendizajes más complejos?

La escuela tradicionalmente ha intentado preparar a los niños y niñas para la lectoescritura y la matemática avanzando al ciclo infantil metodologías y contenidos que son propios de la siguiente fase evolutiva, la etapa de la primaria. Cuando nos referimos a avanzar la siguiente etapa, nos referimos a actividades que el niño entre los 3 y los 6 años con esfuerzo y disciplina los puede hacer, pero que no son lo que su organismo necesita para desarrollarse plenamente sintiendo el placer de experimentar lo propio del momento vital en el que se encuentra.

Los niños entre los 3 y los 6 años necesitan experiencias vitales que les estimulen globalmente, que integren lo más posible las tres áreas del desarrollo: cuerpo, emoción y mente, y no que las fragmenten o que le exijan el esfuerzo de disociarlas entre sí.

La escuela tradicionalmente ha realizado el camino inverso. Ha pensado que la mejor manera de preparar al niño para los aprendizajes formales del código escrito y de las matemáticas era introducir actividades iniciales de estas áreas adaptadas a los niños pequeños, basadas en la repetición y en el entrenamiento de mecánicas, lo que implica introducir aspectos de motricidad fina, de destreza en el trazo, de atención y concentración que naturalmente un niño a estas edades (3-6 años) probablemente no tendría interés en realizar espontáneamente. A estas edades los niños pueden atender y concentrarse en actividades que les despierten mucho interés y por lo general, que responden a aspectos de la realidad que le llegan en forma de vivencias y experiencias, pero no tanto a propuestas abstractas y alejadas de la realidad que les envuelve.

Es así como el desarrollo del niño entre los 3 y los 6 años naturalmente se enriquecerá de las vivencias y experiencias globales, donde están integrados los aspectos corporales: a través del movimiento y de la sensorialidad, los aspectos emocionales: el disfrute y la capacidad de asombro y los aspectos cognitivos o intelectuales: la curiosidad por comprender cada vez más la realidad que le rodea.

 

Pero ¿qué sucede cuando estas habilidades previas no se estimulan globalmente o por diversos motivos, los niños no las desarrollan al mismo ritmo que el resto de sus compañeros?

Es difícil saber si un ritmo dispar al fluir del grupo se cronificará como una dificultad puntual o como una dificultad latente de aprendizaje en un futuro no muy lejano. A veces el factor tiempo ayudará a la acomodación de ciertos aspectos relacionados con la propia madurez del niño o niña, pero otras veces puede no ser suficiente. Además, esa cantidad de tiempo puede conllevar un deterioro en el autoconcepto y autoestima del niño que, a su vez, puede acabar repercutiendo en la actitud de apertura o cierre a la actividad académica en general.

Frente a esta disyuntiva, en este tiempo de trabajo acompañando niños que vienen tanto de escuelas con metodologías más tradicionales como también de otras más cercanas a la  Educación Viva y Activa, hemos detectado la necesidad de crear recursos y propuestas específicas que ofrezcan un acompañamiento ajustado a las diferentes etapas en las que pueda encontrarse el niño dentro del proceso de los aprendizajes formales, trabajando las bases previas que preparan el terreno hacia el aprendizaje más formal.

A partir de la detección de esta necesidad hemos diseñado espacios de trabajo grupal con los niños y niñas, enfocados en el asentamiento de las habilidades previas de aprendizaje que puedan ser complementarios al trabajo más específico que cada uno pueda necesitar.

Para que nos hagamos una idea de la importancia de la Etapa Infantil es fantástico observar todo lo que sucede en estos primeros años de vida. En ellos, se desarrollarán facultades muy complejas e interrelacionadas entre sí y éstas serán la base para que los aprendizajes académicos fluyan. Entre todas estas facultades encontraremos como piedra angular el desarrollo del lenguaje (la conciencia y la discriminación fonológica, la memoria auditiva, la asociación y comprensión auditiva, el ritmo, la expresión…). También encontramos la integración y el control del cuerpo a través del desarrollo de la motricidad gruesa, el dominio de la motricidad fina, la coordinación ojo-mano, en donde se verán implicadas la percepción visual, la memoria secuencial visomotora, entre otras.

Otro aspecto relevante en esta primera etapa será la consolidación de la dominancia en la lateralidad y del equilibriola integración de los reflejos primarios que dan paso al uso voluntario del propio cuerpo y la madurez de las funciones ejecutivas (activación e inhibición de la acción, planificación, flexibilidad cognitiva, razonamiento, formación de conceptos, y la memoria de trabajo) tan intrínsecamente implicadas en todo proceso de aprendizaje.

Nuestra propuesta es ofrecer espacios grupales a los niños y niñas entre 6 y 8 años, y entre los 9 y los 11 años, que les vuelvan a conectar con el placer de los aprendizajes, buscando enlazar los aprendizajes formales con las vivencias y experiencias sensoriales desde una metodología activa y experiencial específicamente orientada al desarrollo de estas bases previas necesarias para la consolidación de los tan preciados aprendizajes significativos.

 

Natalia Mellado y Verónica Antón