Hace unas semanas que hemos vuelto a la escuela con una normativa que ha transformado nuestro día a día.
Como ya he comentado en varias publicaciones desde que empezó la crisis del Covid, lxs niñxs están siendo uno de los colectivos más perjudicados de la sociedad por las medidas que se han estado tomando. A pesar de ser el grupo menos afectado por la enfermedad, ha sido el grupo que más restricciones ha sufrido y ha tenido más menguado el acceso a sus necesidades básicas.
Como profesional de la infancia, creo necesaria la tarea de recordar a las personas que toman estas decisiones, que están siendo gravemente perjudiciales para las criaturas en desarrollo.
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Encontrar la manera de acompañar las restricciones
Las medidas actuales en los centros escolares, afectan considerablemente la manera en que lxs niñxs se pueden relacionar y comunicar. El vínculo y comunicación establecida con lxs adultxs referentes y con lxs iguales tiene un papel crucial al articular cualquier tipo de aprendizaje. Así, las restricciones impuestas en las escuelas, pueden tener un gran impacto en la manera en que lxs niñxs se desarrollan y construyen conocimiento.
Dicho esto, hoy me gustaría centrar mis reflexiones en otra dirección. Creo que es muy importante que ante una situación como la que estamos viviendo se hagan dos tipos de trabajo:
Por un lado, recordar las necesidades de la infancia, confrontar las decisiones que no las respetan y negociar medidas más ajustadas y sensibles con la vulnerabilidad de este colectivo.
Por otro lado, es de vital importancia enfocarse en encontrar la manera de acompañar las restricciones actuales, para que tengan el mínimo impacto posible hacia lxs niñxs que cuidamos.
Pondré un ejemplo que puede ser esclarecedor. El inicio de curso, sobre todo en la etapa de infantil, viene con muchos momentos en que unx niñx necesitaría estar con la presencia de sus figuras de apego (familia), pero debido a las circunstancias sociales y de la familia esto no es posible. Por lo tanto, lxs profesionales de la infancia nos hemos esforzado para encontrar la manera de que esta limitación tenga el menor impacto posible para elx niñx.
Así, se han generado numerosas publicaciones hablando de la importancia de los procesos de adaptación al inicio de curso, que permiten la presencia de las familias en la escuela hasta que progresivamente lxs pequeñxs pueden generar un vínculo significativo con unx adultx referente. Cuidando este proceso hemos podido ver como el hecho de quedarse sin la presencia de los vínculos de apego no produce necesariamente un trauma.
Creo que ahora nos toca hacer esto y este artículo se enfoca en esta dirección. Generar reflexiones, a partir de la experiencia, para aportar luz y ofrecer alguna comprensión hacia cómo lxs profesionales de la infancia podemos acompañar los límites que la situación actual está imponiendo, de forma que tenga el menor impacto posible.
Para empezar, tal y como vemos en la formación que imparto, en cualquier situación en que tenemos que cuidar y poner límites, es importante, antes que nada, mirar como estamos.
Revisar cómo estoy viviendo yo este límite, qué carga estoy poniendo en la situación. Es decir, como de enfadada, ofuscada, asustada… estoy con la normativa Covid que tengo que transmitir.
Porque si yo estoy tomada por mi indignación y enojo será muy difícil hacerla llegar de una manera ligera, clara y centrada en las necesidades de lxs niñxs del aula.
Este punto de partida lo tengo que agradecer a Cristina Garcia, directora de la escuela donde trabajo, que uno de los primeros días de septiembre vino enérgica e inspirada mientras el resto del claustro augurábamos una vuelta a la escuela oscura y monstruosa.
Lxs niñxs nos utilizan de baremo para situar cómo son las cosas. Si nosotrxs somos capaces de tomar la situación actual, asumirla y encontrar las oportunidades que ofrece, así la transmitiremos y así será recibida.
De lo contrario, si la vivimos sintiéndonos atrapadxs en una situación totalmente mala en la que no hay nada a rescatar, transmitiremos a lxs niñxs un mensaje que tendrá un impacto mucho más grande en sus vidas.
Sé que estas reflexiones abstractas, si no van acompañadas de ejemplos concretos, pueden ser entendidas como ingenuas, manipuladoras o poco conectadas con la complejidad de la práctica diaria.
Por eso a continuación intentaré describir y definir, con ejemplos de mi día a día en la escuela, a qué me refiero.
Entonces, ¿cómo lo hacemos cuando tenemos que transmitir límites que no creemos que sean ajustados para lxs niñxs a quienes estamos cuidando?
A mí me suele ir bien aceptar estos límites. Dejar de estar en lucha con ellos. Analizarlos, reflexionar y encontrar la manera de llevarlos a la práctica de la manera más cuidadosa posible.
Límites que no responden a sus necesidades hay muchos (por ejemplo: vivir rodeados de coches, con el suelo asfaltado, etc.). El tema es cómo lo puedo hacer para que puedan seguir creciendo a pesar de ellos. Al final, no se trata de evitarles los límites, sino de hacérselos digeribles, que lxs fortalezcan más de lo que lxs debiliten. Todo se reduce a esto tan grande que hacen lxs maestros cada día, ser creativxs con las circunstancias que tenemos.
Las familias no pueden entrar en la escuela
Así por ejemplo, ante la limitación de no poder tener familias dentro de la escuela y poder realizar un proceso de adaptación cuidado, la etapa de infantil y ciclo inicial de primaria hemos iniciado el curso al parque, al aire libre. Si no podían entrar ellxs, podíamos salir nosotrxs. De este modo, las familias han podido estar presentes manteniendo una distancia prudente del resto de niñxs del grupo.
Después de los meses de confinamiento y comunicación a través de pantallas, habernos reencontrado al aire libre ha sido muy gratificante. El protagonismo lo ha tenido el juego espontáneo en un entorno natural. Las plantas, los árboles, los charcos, las ranas, los insectos, el tobogán gigante, etc. Los elementos que hemos encontrado en el parque han sido inspiradores para los proyectos y contenidos de las propuestas. Favoreciendo un aprendizaje que se construye a partir de la experiencia, un aprendizaje vivo.
Por supuesto, a ratos ha sido incómodo estar en el exterior. Por el exceso de sol, por tener que cargar lxs materiales, etc. En estos casos, hemos buscado la manera de cubrir aquello que iba apareciendo.
Progresivamente, a medida que lxs niñxs han ido generando un vínculo de seguridad con lxs maestrxs referentes, hemos ido entrando unas horas al día dentro de la escuela, sin las familias. Para la etapa de primaria, como era de esperar, el proceso ha sido más rápido.
Dado el tipo de educación por la que nosotrxs trabajamos, no poder tener las familias dentro del centro es una gran pérdida. Pero siento que la estrategia que hemos encontrado, de sacar la escuela a los parques, nos está permitiendo cubrir esta necesidad. Esperamos con muchas ganas, que paulatinamente se vayan relajando estas normas y podamos volverlas a recibir dentro.
Tengo que confesar también, que la reducción de adultxs dentro del espacio nos ha dado más tranquilidad y un entorno más relajado.
Lxs alumnxs se organizan en grupos estables de convivencia
Respecto a la normativa de funcionar con grupos burbuja, para nuestra manera de hacer, siento que ha supuesto una pérdida importante de la libre circulación por el espacio, así como de la interacción con una diversidad de edades y proyectos muy amplia.
A la vez, hemos podido descubrir cómo este movimiento constante generaba un entorno disperso y sobreestimulante, que a veces, dificultaba la concentración en aquello que a unx le interesaba. Espero, con ilusión, poder volvernos a mover con más libertad por la escuela. Pero igualmente, puedo apreciar la tranquilidad que se respira por el hecho de no cruzarse con tantas personas y experiencias diferentes. Cuando podamos volver a mezclarnos con otros grupos, tendremos presente la importancia de regular las aglomeraciones y la sobreestimulación que las acompaña.
Entendiendo que necesitan ir cambiando de contexto, hemos organizado el día para que no estén más de dos horas seguidas en el mismo espacio. También creemos necesario que tengan un mínimo de dos horas y media (de las seis horas diarias que están en la escuela) al aire libre. Lo tienen en el momento de la llegada, durante el rato de almuerzo y durante el rato de la comida.
De este modo es más fácil y orgánico mantener la distancia de seguridad cuando están sin mascarilla por estar comiendo.
Entradas escalonadas, en franjas de 10 minutos
En cuanto a las entradas y salidas escalonadas, para que los grupos burbuja no interaccionen, hemos encontrado una manera que nos está yendo muy bien, e incluso ha mejorado la experiencia de los cursos anteriores.
Somos una escuela pequeña, de una sola línea. Así, a pesar de que tenemos la desventaja de contar con un espacio más reducido, tenemos la suerte de ser menos personas a organizar.
También tenemos la suerte de tener muchos parques y zonas peatonales alrededor de la escuela. Aprovechando estos recursos, cada grupo llega a un punto de encuentro diferente, alrededor de la escuela.
Progresivamente, teniendo en cuenta las necesidades de cada grupo, según la etapa en la cual están, vamos entrando en la escuela.
Así, el Ciclo Inicial somos de lxs que nos quedamos más rato en el parque. Primero entran los grupos con niñxs mayores, que necesitan ponerse a trabajar más deprisa. Lxs más pequeñxs tienen una entrada relajada, con la posibilidad de tener un rato con la familia hasta que entramos en el centro, aproximadamente después de 30 minutos (ahora que las adaptaciones del ciclo inicial ya han acabado).
Al final del día tenemos un funcionamiento similar. Todo ello, ha supuesto unas entradas y salidas mucho más tranquilas. Nos ha ayudado a ganar espacios que antes no utilizábamos de forma tan recurrente. No los teníamos dentro del imaginario de la escuela. Es decir, hemos ampliado las paredes del centro, estamos saliendo al barrio, ¿o quizás es el barrio el que está entrando dentro de los parámetros que ahora definen nuestra escuela?
Toma de temperatura diaria y cuidado del cuerpo
En cuanto a la revisión diaria de los síntomas y temperatura, hemos incorporado un momento de autoobservación al comenzar el día. No tomamos la temperatura en la puerta.
Por la mañana siempre empezamos con una reunión para iniciar el día mirándonos, compartiendo anécdotas, reflexiones, la propuesta y dinámica del día, etc. Ahora también compartimos como estamos. Tanto física como emocionalmente. No es totalmente nuevo, a veces surgía hablar de cómo estábamos. Pero ahora lo hacemos cada día.
Es en este momento, en que cada cual mide su temperatura con el termómetro. La medimos en la muñeca porque nos parece más amable que en la frente.
Se ha convertido en una rutina agradable, de autoobservación y cuidado, lejos de la sensación de control y miedo.
Para asegurar que lavamos las manos a menudo, lo hemos incorporado al entrar en la escuela, antes y después de las comidas, y antes y después de ir al lavabo. Al estar asociado en momentos concretos del día, se ha integrado con mucha facilidad. Intentamos priorizar el agua con jabón al gel hidroalcohólico siempre que sea posible, porque es más cuidadoso con la piel.
Uso obligatorio de la mascarilla en el aula
En cuanto a la obligación de llevar la mascarilla, está siendo para mí la más difícil de acoger. Porque de la manera en que unx niñx de esta edad puede usarla, tiene una funcionalidad muy dudosa y es una de las normas que encuentro más perjudiciales para la salud de su desarrollo.
Aparte de la incomodidad y los posibles perjuicios para la salud física, la mascarilla afecta significativamente las relaciones.
La comunicación humana es muy compleja, sólo el 20% es verbal. No es difícil imaginar que, el aprendizaje de la comunicación no verbal requiere muchos años de experiencia en relaciones con iguales y con adultxs. En la etapa de infantil y primaria el lenguaje verbal está en construcción, así dependen totalmente del lenguaje no verbal para entenderse.
Una gran parte del lenguaje no verbal lo emitimos con las expresiones faciales. Al tener cubierta más de la mitad de la cara por una mascarilla, lxs niñxs pierden su fuente principal de comunicación. En la etapa de infantil la mascarilla no es obligatoria. Pero en la etapa de primaria y para lxs maestrxs sí lo es.
Con respecto a esta norma puedo hacer pocas aportaciones suficientemente tranquilizadoras. Pero os compartiré lo que de momento hemos estado haciendo:
En la escuela aprovechamos los ratos de comida (manteniendo distancias) y los de hacer deporte, para poder descansar del esfuerzo comunicativo que tienen que hacer el resto del día. Hemos hecho los descansos de desayuno y comida al aire libre, de forma que no estén más de una hora y media seguida con mascarilla. También fomentamos más horas de juegos deportivos al aire libre para poder respirar mejor, expandirse y dejar ir un poco la contención de tantas normas.
Con la intención de ayudarles con la tarea de deducir el estado emocional delx otrx a través de la expresión facial, hacemos propuestas como por ejemplo dibujar a unx compañerx que está haciendo una mueca con la mascarilla puesta. Imaginar la parte que no veo y dibujarla. Hay varios juegos de tarjetas de emociones que pueden ayudar a dar ideas alx modelo del dibujo.
Además, ha llegado a la escuela un modelo de mascarilla que lleva un plástico transparente y permite ver la expresión. Una compañera me compartió que uno de sus niños le decía emocionado: “¡Te veo!”. El plástico se empaña un poco y se tiene que ir desempañando cada dos horas más o menos.
Os compartiré, también, una reflexión sobre una anécdota que fue muy importante para mí.
A veces, cuando tenemos que transmitir un límite con el cual no creemos, podemos caer en la trampa de transmitirlo de una forma poco clara, que puede confundir al niñx y dificultar que se cumpla.
También corremos el peligro de transmitirlo de un modo rígido y poco empático, por el hecho de desconectarnos personalmente de aquel límite, por no estar de acuerdo.
Así, un día, estábamos en una pared de escalada que hay al aire libre, en el barrio. Después de un buen rato de estar colgadxs en la pared, un niño me dijo que estaba mareado y me pidió si podía sacarse la mascarilla para respirar mejor.
Le respondí que no, que podía parar y descansar un rato, pero no se podía sacar la mascarilla.
Lo que me parece remarcable de aquella situación es que prioricé cumplir el límite, sin responsabilizarme de él, ni de la manera en que lo estaba poniendo. El niño me hizo caso. Tanto, que me quedé pensativa.
Por suerte, puse una alerta al verme reaccionar de aquella manera. Lo compartí con el equipo y me recordaron que con las actividades deportivas se pueden sacar la mascarilla.
Después de unos días le compartí que me había equivocado y que en momentos en que está haciendo actividades de movimiento o está mareado es importante que se saque la mascarilla. Siempre podemos parar, rectificar y reparar.
En fin, fue un aviso que me recordó la importancia de estar atenta cuando acompaño un límite con el que no concuerdo. Es fundamental que cumplir las normas no nos insensibilice. Somos responsables de cómo las aplicamos.
Otra anécdota sobre la mascarilla que me ha hecho reflexionar, ocurrió el primer día que (con conocimiento de la excepción de la norma) les dije a un grupo de niñxs que podían sacarse la mascarilla mientras corrían. De siete personas, solo dos se la sacaron.
Creo que es muy importante acompañar estas reacciones rígidas, guiadas por el miedo. En la infancia es difícil captar los matices. O se puede, o no se puede; o es bueno, o es malo; o es sano, o es peligroso. Una de las tareas que tenemos en estos momentos es acompañarlxs a relativizar, a flexibilizar. La mascarilla tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y es importante regular su uso. Lo entenderán fácilmente si nosotrxs se lo vamos transmitiendo así día a día. Pero es importante hacer una mención especial, irlo recordando. Porque lo más fácil es moverse de una manera binaria (bueno/malo) y no tanto entre grises. Tanto para ellxs, como para nosotrxs mismxs, tendremos que hacer un esfuerzo para poder comprender la situación con amplitud.
Capacidad de lxs niñxs para disfrutar de la vida
En resumen, comentar que, después de tantos años de profesión, continúo sorprendiéndome de la gran capacidad que tienen lxs niñxs para adaptarse, acomodarse y vivir las cosas de una manera simple, neta, con aceptación y ligereza.
Tienen una habilidad para estar con lo que hay y sacar el máximo provecho, impresionante. Por ejemplo, en el patio hemos trazado una línea imaginaria, para poder compartirlo con otro grupo burbuja. Ellxs han incorporado con facilidad este límite y lo han convertido en un elemento de juego.
El otro día, lanzaban una cuerda al otro lado y jugaban con personas del otro grupo a través de los extremos de las cuerdas.
Creo que una de las cosas más necesarias para ellxs respecto al curso pasado era recuperar su rutina, en un espacio preparado para lxs niñxs, recuperar el contacto con lxs iguales, jugar con amigxs y tener propuestas vivenciales y manipulativas que les permitan continuar descubriendo y maravillarse por el mundo que les rodea. Todo esto lo han recuperado, con algunos matices y restricciones, pero lo han recuperado.
Acompañamientoemocional y psicológico del desbarajuste que están viviendo
Así mismo, encuentro muy necesario continuar acompañando el impacto emocional y psicológico derivado del confinamiento de la pasada primavera y de las numerosas restricciones y normativas que han vivido y continúan viviendo, desde la escuela.
Creo que esto pasa por la determinación de incluir dentro del currículum estos contenidos. Desde creaciones de cuentos con personajes que encarnan sus vivencias, a investigaciones y proyectos sobre el funcionamiento de los virus, reflexiones con respecto a la enfermedad y la muerte, propuestas corporales y de movimiento, espacios para compartir cómo se ha vivido alguna situación concreta, momentos de juego libre, etc.
Este tipo de actividades son esenciales para poder ir digiriendo todo lo que se está viviendo y poderlo elaborar. Es decir, todo aquello que se pueda expresar, dibujar, bailar, plasmar y manipular fuera, no se quedará atrapado adentro, en forma de trauma.
De momento continuamos inmersxs dentro de esta crisis sanitaria y todavía nos queda mucho por aprender. A la vez puedo decir que estoy muy contenta de todo lo que hemos podido comprender hasta ahora.
Aprovecho para hacer un llamado a lxs profesionales de la infancia, para compartir vuestros descubrimientos. A todxs aquellxs docentes que estáis haciendo un acto de amor para que la escuela siga cuidando de la infancia, sean cuales sean las circunstancias.
Estaré muy agradecida de leer ideas y sugerencias para poder mejorar en esta tarea tan necesaria.
Porque el día que no podamos transmitir a lxs niñxs que “La vita è bella”, habremos fracasado como profesionales.
Interesantes ejemplos y reflexiones. Estoy de acuerdo, no podemos dejar de transmitir que «¡la vida es bella!». En estos días es quizás la labor educativa más necesaria. Y para empezar es fundamental lo que dices: pensar cómo integras y vives y sientes las nuevas normas. Cómo te adaptas tú al nuevo contexto. Porque eso determinará lo que tu transmites… Y lxs niñxs son esponjas… sobre todo emocionales… Creo que ellos se han adaptado mejor que los adultos ¡Gracias por tus palabras!