Mónica
Boetti

 

Licenciada en Psicología (UNC)

Formada en Psicopatología clínica. Psicopatología infantil. Clínica infantil y en la teoría de D. Winnicott en la Asociación de estudios psicoanalíticos GRADIVA. Miembro de FEAP.

Terapeuta psicomotriz. Master en psicomotricidad preventiva y terapéutica de la Universidad de Vic.

Psicóloga y Psicomotricista terapéutica en el CDIAP ASPANIAS, en Barcelona, acompañando en el proceso terapéutico a niños y niñas con trastornos del desarrollo o riesgo de padecerlo y sus familias, así como a sus entornos naturales. Es tutora de prácticas de alumnos de grado de psicología, master en atención precoz y psicomotricidad.

Integra el grupo de psicomotricistas de ACAP.

Comencé mi camino profesional en Córdoba, Argentina, donde nací y crecí. Allí finalicé mi formación académica en psicología con una base de orientación psicoanalítica. Desde siempre he tenido un interés especial en los procesos de desarrollo psicológico que se producen en la infancia, lo que ha orientado toda mi formación posterior especializándome en la clínica infantil y juvenil.  Desde las prácticas universitarias hasta la actualidad, toda mi capacitación ha estado enfocada a conocer e investigar acerca de los fenómenos que tienen lugar en los primeros años de vida.

Desde el año 2000 resido en Barcelona; aquí, al tiempo que comencé mi trabajo en psicoterapia de niños y adolescentes, continué mi formación en psicopatología psicoanalítica y psicodiagnóstico de la infancia, comenzando a interesarme, estudiar y profundizar en las ideas de Winnicott acerca de los vínculos afectivos primarios y la constitución del psiquismo.  En ese mismo periodo comencé mi análisis personal, lo cual ayudó a mi crecimiento interno y también a mi formación profesional.

Entre los años 2007 y 2010 cuestiones familiares y personales me llevaron a volver a vivir a Argentina nuevamente, donde profundicé provechosamente en mi trabajo; dedicada a la clínica infanto-juvenil, con un énfasis importante en la adolescencia, y por primera vez, además, amplié mi ámbito de trabajo a la clínica terapéutica con adultos que no eran padres de mis pacientes. Por otro lado, incursioné en un área de la psicología nueva para mí, como es la educativa, dirigiendo un departamento de psicología de un colegio concertado.

Volví a Barcelona, a comienzos de 2011, y desde entonces estoy inmersa en el mundo de la atención temprana, trabajando en un centro de desarrollo infantil y atención precoz de la ciudad de Barcelona. Dentro de este ámbito he continuado formándome de manera global para poder dar respuestas integrales a los posibles trastornos que pueden tener lugar durante el proceso de desarrollo evolutivo de un infante.  La estimulación sensorial, la capacitación en entornos naturales, las habilidades parentales y los aspectos de crianza, han sido terrenos que no conocía y donde me he ido capacitando no solo para acompañar a las familias que nos vienen a consultar, sino también para seguir entendiendo y comprendiendo la infancia como base fundamental para la salud mental y el bienestar futuro.

La interdisciplinariedad con la que se trabaja en la atención precoz y mi crecimiento personal a través de la práctica de yoga y la terapia gestáltica me han ido abriendo puertas a nuevas ideas, otras líneas de trabajo, otras disciplinas y haciendo crecer dentro de mí la necesidad de buscar más, sintiendo que en el acompañamiento a las niñas y los niños me faltaban herramientas para una comprensión global; así surgió mi interés por la psicomotricidad. En esta disciplina que me fascina encontré la clave para entender la identidad de cada persona como constructo integral compuesto no solo de una base de seguridad emocional garantizada por los vínculos afectivos que protegen y contienen, sino también por la posibilidad de experimentar una base sólida corporal que pueda crear un entramado de experiencias gratificantes en el proceso de las conquistas de los retos evolutivos.

Así es mi vivencia de la intervención que propone la terapia psicomotriz: una búsqueda constante de movilizar aquello bloqueado, aquello que está inhibiendo el pleno desarrollo del niño y la niña, a través de impulsar espacios de experimentación de vivencias corporales placenteras, en un encuadre de seguridad física y especialmente emocional; desde una relación de profundo compromiso afectivo, donde el terapeuta se prepara para disponerse al otro, generando situaciones y momentos para que emerja lo simbólico, donde en el proceso de intercambio con el otro vaya surgiendo el juego, la creatividad, la capacidad de simbolizar y personificar los estados anímicos, el cúmulo de vivencias incorporadas, los procesos de pensamiento, las ideas que se van construyendo en función del entorno, del ambiente, siempre desde el acompañamiento y el profundo respeto por los ritmos y los tiempos de cada persona y de cada familia, sus intereses, sus deseos y su propio potencial.