El carnaval es una fiesta llena de color, de expresión de vida y alegría. Pero ¿cómo sería un carnaval más respetuoso con las infancias? Para muchas personas adultas el carnaval es un momento de expresión y creatividad, una oportunidad para jugar con la identidad y la fantasía. Sin embargo, cuando se trata de los y las niñas, es importante preguntarnos cómo lo viven realmente ellos y si son pequeños, si estamos disfrazándolos para que ellos/as disfruten o para que los adultos se diviertan o se enternezcan viéndoles, y así contribuir entre todos a un carnaval más respetuoso con las infancias.

¿Es válido disfrazar a las criaturas para el disfrute de los y las adultas?

En muchas ocasiones, las criaturas pequeñas son zambullidas en disfraces elaborados y que poco tienen que ver con lo que ellos y ellas disfrutan. A menudo, la decisión se toma desde la mirada adulta, pensando en lo tierno, divertido o llamativo que se verá el o la niña, sin considerar si esa experiencia es placentera para él o ella. Pero, ¿qué pasa si el niño no quiere disfrazarse? ¿Qué sucede si la textura de la tela le resulta incómoda, si el disfraz limita su movimiento o si el cambio de apariencia le genera angustia?

Si bien es válido que los adultos disfruten del carnaval, es fundamental recordar que las necesidades y emociones de los niños deben ser visibilizadas y atendidas. Un carnaval respetuoso implica asegurarnos de que la criatura está siendo mirada en cuanto a su momento vital y necesidades, por encima de la satisfacción del deseo de las personas adultas de su entorno.

7 Razones para reconsiderar disfrazar a una criatura antes de los 3 años

1. Identidad. Para disfrutar de convertirme en otra cosa tengo que tener claro quién soy. Por eso, cuando una criatura es pequeña y está comenzando a construir su identidad -«quién soy»-, aún no disfruta de transformarse en otra cosa.
2. Confusión y miedo. A esta edad aún no está asentada la diferenciación entre fantasía y realidad, por lo que pueden angustiarse tanto de verse disfrazados/as como de ver a las personas de su entorno disfrazadas.
3. Noción de temporalidad. A estas edades aún no comprenden que esa transformación es «temporal», por lo que pueden sentir que pierden a sus referentes de seguridad cuando estos/as se transforman en otros/as.
4. Reversibilidad. La reversibilidad es la capacidad de entender que una acción o proceso puede revertirse para volver al estado original. Si aún no tengo esta noción integrada, quizás me angustie disfrazarme por el miedo a no estar segura de que luego volveré a ser yo o mamá volverá a ser ella.
5. Hipersensibilidad. Los y las niñas pequeñas tienen su sistema sensorial en proceso de maduración y pueden sentir incomodidad con texturas, etiquetas, telas ajustadas o elementos que tapan sus caras como las máscaras.
6. Anticipación. Puede que el o la niña nos haya dicho que sí que quería disfrazarse para carnaval, sin poder anticipar cómo se sentiría una vez disfrazado, así que si una vez puesto el disfraz no lo quieren, hemos de respetarles.
7. Tendrá el resto de su vida para disfrazarse, si quiere!!!

¿Y por qué algunos niños y niñas no disfrutan de disfrazarse en etapas posteriores?

No todos los niños disfrutan de disfrazarse, y esto puede deberse a muchas razones. Intentaremos desarrollar algunos conceptos que nos ayudan a comprenderlo desde una perspectiva psicológica.

Diferenciación entre fantasía y realidad

La capacidad de diferenciar la fantasía de la realidad no es innata, sino que se desarrolla progresivamente con el crecimiento y el proceso de maduración. En los primeros años de vida, el pensamiento de los niños es mágico y egocéntrico, lo que significa que creen que lo que imaginan puede hacerse o puede ser real. A medida que crecemos, este pensamiento mágico va dejando lugar al pensamiento lógico racional, que es el que nos permitirá trazar una frontera más clara y precisa entre fantasía y realidad.  

Aun así, un niño o niña de 7 años, que ya estaría ubicado en el pensamiento lógico racional, puede “saber” que un personaje de miedo no es real, pero la emoción que le genera verlo, puede invadirle y angustiarle intensamente.  

El Juego Simbólico 

El disfrute del disfraz está estrechamente vinculado con el desarrollo del juego simbólico, que es la capacidad de representar roles e imaginar situaciones ficticias, de jugar el “como si” y disfrutarlo. Actúo como si fuera un león pero no soy un león.  El juego simbólico habitualmente surge cerca de los 3 años en el desarrollo neurotípico o normativo. 

Si aún no ha accedido al juego simbólico, ya sea por la edad que tiene o por su desarrollo, seguramente no disfrute de transformarse y sostener ese “como si”.  

La personalidad y el momento vital de cada criatura 

Es importante tener en cuenta cómo es la personalidad de cada criatura y el momento vital que está transitando.  

Un niño o niña que tiende más a la introversión que a la extraversión, pueden necesitar más tiempo para sentirse seguro frente a los disfraces o la fiesta de disfraces, pueden necesitar pausas y espacios de mayor tranquilidad y no tanta interacción o intensidad también. Tal vez disfruten más en un contexto de pocas personas o de personas con las que ya tienen confianza. 

Si por carácter o momento vital ese niño está más en contacto con el miedo o la inseguridad, hemos de acompañar más de cerca a esta criatura en el proceso de disfrazarse y ver a otros disfrazados para que la experiencia no le conecte con la angustia. 

Buenas Prácticas para un Carnaval Respetuoso 

Si queremos que el carnaval sea una experiencia placentera y enriquecedora para todas las criaturas, es fundamental que el mundo adulto respete sus emociones y necesidades.  

Algunas sugerencias que pensamos son prácticas respetuosas con las infancias:  

1. Preguntar y observar: Antes de elegir un disfraz, es importante consultar al niño y estar atentos a sus reacciones. Si muestra incomodidad o rechazo, mejor descartar esa opción de disfraz.  

2. Ofrecer alternativas: Un disfraz no tiene que ser una transformación drástica. Si el niño no quiere “meterse” en un disfraz, se pueden ofrecer opciones como ponerse un elemento que sugiera a ese personaje: una diadema, un antifaz, una capa, etc.  

3. Introducir los disfraces de manera gradual: Para las criaturas pequeñas, puede ser útil mostrarles el disfraz antes del evento, permitirles tocarlo y probarlo en casa antes de llevarlo a un contexto de muchas personas y de mucha intensidad.  

4. Respetar los tiempos y el temperamento de la criatura: No todos los niños disfrutan del carnaval de la misma manera. Algunos pueden querer participar activamente en juegos grupales, mientras que otros prefieren observar desde un espacio seguro, con o sin disfraz. Se puede disfrutar de muchas formas.  

5. Evitar la sobre estimulación: Los eventos de carnaval pueden ser ruidosos y caóticos. Si el o la niña muestra signos de incomodidad, es bueno ofrecerle momentos de descanso en un espacio tranquilo. 

6. Validar sus emociones: Si un niño se siente incómodo con su disfraz o con los disfraces de los demás, es importante no minimizar o desvalorizar sus emociones con frases como “no pasa nada” o “no seas miedoso”. En su lugar, podemos validar la emoción y explicarle con calma lo que ocurre para así ofrecerle seguridad. 

PARA CONCLUIR…

Un carnaval verdaderamente inclusivo y respetuoso pone en el centro las necesidades y emociones de los niños. Disfrazarlos no debe ser una imposición para que puedan participar de la festividad, sino una oportunidad de juego y disfrute genuino.  

Respetar sus decisiones y acompañarlos en su ritmo es la clave para que esta celebración sea una experiencia placentera y significativa para ellos, y de disfrute para todos y todas. 

Fotografía extraída de: @fridastierchen